La violencia normalizada entre los jóvenes (niños, adolescentes y jóvenes), la viven cada vez más cómo inherente al ser humano. ¿cómo contribuir para desnormalizarla?
Esta percepción una realidad común, y que no conoce de clases sociales.
¿Se está acostumbrando la sociedad a convivir con esta realidad?.
En la historia de la humanidad siempre ha existido la violencia, desde la Prehistoria como modo de supervivencia para defenderse de posibles amenazas (bien animales bien de personas), hasta nuestros días, la violencia ha convivido con los humanos.
La mayor preocupación hoy es la normalización de la violencia en la sociedad, integrada y camuflada en la forma de hablar, pensar, y actuar de los más pequeños y jóvenes como reflejo de la forma de hablar, pensar y actuar de los adultos.
En estos meses estoy facilitando un Taller de Emociones y Valores para niñas y niños en un Ayuntamiento de la Comunidad de Madrid. No hay día que no salga a relucir la violencia de alguna forma: bien verbal mediante faltas de respeto o palabrotas; bien física encarándose a algún compañero; bien en la forma de pensar: “Me alegro de que los mayores pegaran a mi compañera porque ella siempre está pegándonos”).
Me da mucho que pensar… ¿Y a ti?
En una sociedad donde valores como la empatía, la colaboración, el respeto, la cordialidad, etc. no están “de moda” y si en cambio: la competitividad, el miedo al diferente, el yo como centro de todo nuestro universo.
¿Podemos sorprendernos de una normalización de la violencia cada vez más cotidiana a edades más tempranas?
Debemos tener en cuenta tres factores que unidos generan en la/él menor esa normalización o no de la violencia como parte de la vida:
- Exposición a violencia (bien imágenes, vivencias en el hogar o en la escuela, violencia verbal, violencia psicológica…)
- Valores en su entorno alineados con este concepto: competitividad mal entendida, orgullo mal entendido, humillación, vergüenza, inferioridad, superioridad, juegos de poder, control…
- Propia personalidad de la niña, niño o adolescente que le acerque o aleje de esta forma de actuar, pensar o entender la vida.
Además, es por todos sabido, la facilidad con la que acceden desde edades tempranas a las nuevas tecnologías, donde pueden ver escenas y realidades de violencia sin mucho control, a no ser que madres, padres y tutores ejerzamos un seguimiento y acompañamiento consciente y continuo al acercarse a estos medios:
- Desde los mismos noticiarios en TV, radio, internet… bien llenitos de noticas sobre lo “peor” del ser humano.
- Programas “basura” donde se potencia la competitividad, la humillación, el pisoteo al otro.
- RRSS donde se comparten retos que atentan contra la propia persona u otras personas.
- Videojuegos de guerra, pandillas, luchas, retos donde machacar al otro o acabar con su vida te hace líder, te da puntos.
- Vocabulario entre los más jóvenes humillante, despectivo, desvalorizante.
- Personajes idealizados en IG, TiK TOK… donde los estereotipos de belleza, poder, liderazgo, se acercan en muchas ocasiones a un mundo de violencia explícita o implícita.
Las llamadas “adicciones sin sustancia” que se dan entre niñas, niños y adolescentes asociadas al manejo de tecnología, que en algunas ocasiones les acercan a mundos reales o no, donde el más fuerte, donde el dinero, la apariencia o el poder sin escrúpulos ganan a todo lo demás.
Es obligado preguntarnos: ¿somos conscientes del tipo de videojuegos, influencers, youtubers que ven nuestras niñas, niños y adolescentes? ¡Prestemos atención!
Os comparto un estudio de FAD sobre violencia entre iguales muy interesante por si queréis conocer datos más concretos y profundizar un poquito más.
En algunas ocasiones, la violencia en el lenguaje, fuerza física, en la actitud ante la vida, en la forma en que se tratan y tratan a los demás. Llevando lo que ven en las pantallas a la vida real, creyendo que es lo “normal”.
No quiero con esto demonizar internet, las redes sociales, etc. pero si hacer una llamada a estar atentos, a acompañar siempre en el acercamiento a las teconologías y su uso responsable.
Entre las nuevas generaciones de adolescentes, cada vez se ve más normal “el control” sobre las amigas o novias, la venganza ante pandillas que “atacan” o molestan, el escuchar música con un contenido que genera una sensación de poder, una satisfacción momentánea de fuerza, un poder ilusorio.
Si además sumamos la falta de consistencia en las edades más tempranas en cuanto a criterio propio, personalidad y si en cambio, la importancia de pertenencia al grupo, de gustar, de cumplir con unos parámetros, tenemos un coctel explosivo.
¿Qué podemos hacer madres, padres y educadores para darle la vuelta a la tortilla o al menos minimizar en lo posible estas influencias?
- Educación en casa: Ser ejemplo de buen trato, de buen lenguaje, (no gritar, no pegar, no insultar, no maltrato verbal). Contrarrestando así lo que puedan ver fuera, si les damos una alternativa real y posible donde se puede convivir sin gritos, con respeto, aceptación, donde podemos ser nosotros, será más fácil para ellos contrarrestar lo que les llega de fuera.
- Educar en el respeto a los demás, lo diferente como suma, no como resta. En el derecho de todos a vivir nuestra vida con libertad (siempre sin pisar al de al lado).
- Valores universales: no dejemos de educar en ellos: solidaridad, respeto, humanidad, empatía, amorosidad… es necesario que sean los pilares de la educación tanto en casa como en los centros educativos.
- Comunicación, hablar, debatir temáticas de violencia, estar atentos a situaciones de acoso escolar del tipo que sea, que puedan tener la libertad de contar en casa aquello que ocurre en el centro educativo, en sus pandillas, lo que ven y les preocupa y dejar que se expresen, acogiéndoles en su emoción y conversar con ellos para que puedan sacar recursos propios, que les permita poner límites frente a lo intolerable o aquello que les puede hacer daño.
- Acompañamiento continuo: Estar ahí para explicarles lo que ven, ayudarles a regular sus emociones y, poner palabras a sus sentimientos y pensamientos si lo necesitan, hacer de sostén, acompañarles a descubrir recursos alternativos a cualquier modo de violencia, ser ejemplo y guías.
Los pequeños, adolescentes y jóvenes necesitan referentes en su vida de cordialidad, diálogo, educación en valores e inteligencia emocional para saber regular y gestionar sus emociones, y minimizar las posibles situaciones de riesgo para su bienestar.
Como madre de dos adolescentes y coach educativa abogo por una educación en valores que nos acerquen a vivir de otra manera, en convivencia, y no que nos alejen y autodestruyan.
- Valores que nos unan y no que nos separen
- Valores que sumen y no nos resten
- Valores que nos hagan vivir más felices y no más desasosegados.
- Valores que nos abran los ojos, la mente y el corazón a lo nuevo, diferente y no que nos cierre en nuestra burbuja conocida y nos empobrezca.
- Valores que amplíen nuestra visión del mundo, de la humanidad, del futuro y no que nos cierren puertas y ventanas, dejándonos en el sitio, en el mismo sitio.
Es uno de mis propósitos, trabajar tanto en las sesiones individuales con menores, familias, educadores como en los talleres que facilito en institutos, ayuntamientos, colegios la no violencia en cualquiera de sus expresiones.
LA COMUNICACIÓN NO VIOLENTA COMO ANTÍDOTO
Comparto con vosotros los principios de la CNV, los cuatro pasos que podemos practicar e integrar con nuestras niñas, niños y adolescentes en el ámbito en que nos encontremos de forma cotidiana, integrada en su educación, como un valor a cultivar y practicar.
Se trata a acompañarles ante una situación que me molesta, me enfada, me da miedo, me irrita con estos 4 pasos que se van integrando con la práctica:
- OBSERVAR: Separar los hechos concretos, reales, de los juicios, intenciones y valoraciones. ¿Qué específicamente ha ocurrido?, ¿Qué me pasa a mí con esto que ha pasado?
- SENTIMIENTOS: Expresar como me siento sin responsabilizar al otro de ello. Cómo me siento en relación con lo que observo, con los hechos reales que han ocurrido.
- NECESIDADES: Reconozco y expreso mi necesidad a la otra persona, sin juicios ni quejas ni culpas Una comunicación sincera y asertiva.
- PETICIÓN: Expresar que quiero, que sea fácil de comprender por la otra parte. Acciones concretas que me gustaría que se hagan (sin exigencia).
Puede ocurrir que el interlocutor no esté en predisposición, no comparta esa visión o sentimientos y no esté receptivo a nuestra petición.
Ser capaces de aceptar el NO, y quedarnos con la parte de haber sido capaces de pedir, es ya un primer paso para bajar la intensidad de esa emoción que me incomoda. La toma de consciencia me hará buscar nuevas soluciones y formas de hacer para una ocasión parecida.
¿Cuál es para mí la clave para desnormalizar la violencia entre niñas, niños y adolescentes?
Sobre todo, ¡¡¡mucha comunicación!!!, de calidad, sin juicios, escucha activa y selectiva desde el respeto en casa y en los centros educativos, fomentando desde pequeños la EMPATÍA, EL DIÁLOGO, LA ASERTIVIDAD, EL RESPETO, Y LA BÚSQUEDA DEL BIENESTAR PERSONAL Y COMÚN.
Si te apetece compartir tu vivencia o visión sobre este tema, estaré encantada de leerte.
Un abrazo amoroso y seguimos construyendo 🙂
Como jóvenes como debemos de desmoralizar la violencia
Como debemos de desmoralizar la violencia verbal en los jóvenes
Buenos días Zaida,
Gracias por tu comentario. 🙂
Lo primero sería «dar ejemplo», de forma que si hay violencia verbal en nuestro entorno, utilizar otro tipo de lenguaje, tono y discruso que rompa totalmente con lo que hay en el ambiente. En segundo lugar te diría: ofrecer alternativas, quizás en el momento, «en caliente» es dificil verlas y darlas, hará falta un «tiempo de espera» para alejarse (incluso fisicamente) y bajar la intensidad del momento. Una vez baje la intensidad se pueden ofrecer alternativas: Cambiar palabras por otras menos dañinas, técnicas de CNV (Comunicación No Violenta), contar hasta «10» antes de hablar, preguntarnos antes de hablar: ¿cómo vivo yo el que me hablen con lenguaje violento?… Se trata sobre todo de tomar consciencia antes de hablar, de poner atención en el otro y en mí antes de hablar. Voy a escribir una entrada de blog (me has animado a hacerlo con tu consulta) con técnicas para avanzar en esto. ¡gracias por la inspiración y tu interés! un abrazo Arantxa 🙂