Aprender de lo vivido y permitirnos una nueva mirada compasiva y amorosa, y darnos una segunda oportunidad a objetivos y deseos, puede resignificar de una forma profunda la percepción de nuestra historia personal y vital.

La semana pasada tuve el privilegio de impartir junto a mi compañera Carmen, unos talleres de Inteligencia Emocional (Emociones para la vida), para varios grupos de la Escuela Municipal de Adultos de Torrejón de Ardoz.

Personas todas ellas valientes, que en su día no pudieron acabar por diferentes circunstancias la educación reglada obligatoria, y que años después se han lanzado a ello bien por necesidad laboral, bien por empeño y deseo de aprender.

La experiencia fue muy gratificante y emocionante al ver jóvenes y mayores, mujeres y hombres con circunstancias diversas, unidos con un mismo objetivo/sueño: sacar el título de primaria o de la ESO.

Estuvimos compartiendo enseñanzas y aprendizajes sobre las emociones, el proceso de formación de las mismas, su mensaje,  cómo las sentimos en el cuerpo, como regular su intensidad, técnicas y herramientas para gestionarlas y “ponerlas a trabajar a nuestro favor”.

Emociones para la vida, para cada situación, para momentos de incertidumbre y sobre todo para que puedan aliarse con ellas, y desde el entenderlas y validarlas, poder moverse de una manera más flexible en su día a día.

Fue un taller de un enorme valor por lo que supuso de compartir experiencias, vivencias, preocupaciones, su disposición y deseo de aprender, de confrontar dudas, vivencias, pensamientos y mejorar, sobre todo el deseo de ser mejores personas y darse una “segunda oportunidad”.

Sigo hace tiempo el trabajo de las “Escuelas de Segunda Oportunidad” y me parece una labor encomiable y admirable.

¿QUÉ OCURRE EN NOSOTROS, SI NOS PERMITIMOS NUEVOS RETOS y OBJETIVOS?

En nuestra sociedad está todo tan organizado, especialmente las etapas para hacer esto o aquello en la vida, que personas como las que participaron en el Taller, que se salen de ese encorsetamiento ya tienen para mí toda la admiración.

Hay una edad estipulada ideal para cada acción o proceso vital (desde mi punto de vista, puede ser que si o puede ser que no). 

Al l vivir en general más años, este paradigma está cambiando (además de que cada vez más estudios avalan los grandes beneficios de aprender durante toda la vida destrezas nuevas).

Aprender algo nuevo puede ser muy beneficioso, tanto para la salud física, mental como emocional.

Michael Mosley en su programa de BBC Radio 4 Just One Thing señalaba:

«Nuestro sistema nervioso solo es capaz de procesar una cantidad limitada de información a la vez. Cuando estás completamente absorbido en algo, pones en pausa el mundo exterior. A eso se le llama flow» (flujo, en español).

El estado de flow  -o la sensación de fluir- fue identificado por primera vez por el psicólogo húngaro-estadounidense Mihaly Csikszentmihalyi en 1988.

Es una fase entre la acción y la conciencia en la que aumenta nuestro rendimiento y aparece la creatividad.

«Pero no se trata solo de cuidar tu salud mental. Aprender algo nuevo puede cambiar cómo piensas y cómo te sientes. Y es un ejercicio excelente para tu cerebro porque forja nuevos patrones neuronales que ayudan a desarrollar nuevas conexiones cerebrales, aumentando tu capacidad cerebral».

Alan Gow (profesor de psicología en la Universidad Heriot-Watt, en Edimburgo) (Escocia). Estudia el impacto que puede tener en nuestro cerebro aprender nuevas destrezas.

Señala que aprender nuevas destrezas puede ayudar a regenerar las células cerebrales a cualquier edad.

«Nunca es demasiado tarde», explica el psicólogo. «Y cuanto más tiempo lo hagas, mayores serán los beneficios».

«De hecho, hay estudios científicos que avalan que las capacidades cerebrales más afectadas por la edad -como la velocidad de pensamiento- son probablemente las que más se benefician» de aprender una nueva destreza».

¿QUÉ PUEDE SIGNIFICAR DARNOS UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD?

Permitirnos segundas oportunidades en la vida, (en el  área de aprendizaje, en una pareja, amistad, con uno mismo, retos que dejamos de lado y que retomamos años después) puede significar una relectura de nosotros mismos y de nuestra vida, que nos permita soltar juicios y creencias que mantuvimos durante años:

“no soy capaz”, “no puedo hacerlo”, “no valgo para esto”, “es demasiado tarde”…

¿Qué más podría significar?

  • Aceptación de lo ocurrido en un momento de nuestra vida. Dando un nuevo significado a estos hechos, aceptando que hicimos lo que pudimos y supimos en ese momento.
  • Un nuevo comienzo lleno de ilusión, posibilidades y oportunidades.
  • Perdonarte o perdonar a otros, en caso de que tenga que ver con amistades, familias, parejas… poniendo consciencia en saber que ya no soy ni ellos son los que fuimos/fueron entonces. 
  • Motivación extra para retomar aquello que no hice, abandoné, dejé de lado, no me permití… con energías renovadas.
  • Madurez y aprendizaje en el camino.  Tomar responsabilidad y asumir mi vida con las decisiones que tomé en aquel momento y que ahora decido cambiar o dar un giro.

En todo este proceso, de las “segundas oportunidades” hay que tener cuidado en no engañarnos a nosotros mismos.   No permitir que la mente nos de falsas expectativas.   La decisión de retomar algo que en su momento dejamos o no acabamos, tiene que ser desde la consciencia, desde el tomar responsabilidad y siendo consecuentes con nuestro objetivo y el empeño que vamos que tener que poner en ello.

Otros aspectos que resaltaría para tener en cuenta:

No confundir la excelencia con la exigencia. Cuidado al ponernos metas imposibles, o que superen el umbral de nuestras posibilidades, ya que puede ser contraproducente a la hora de alcanzar nuestros objetivos.

Permitirnos una segunda oportunidad, implica soltar el pasado, la culpa, el estado de confort que a veces supone el remordimiento o el victimismo.  Dar un paso hacia delante mirando el futuro e ir pasito a pasito, con pequeños objetivos acercándonos a nuestra meta.

¿CÓMO Y DESDE DÓNDE DARNOS ESA SEGUNDA OPORTUNIDAD?

  • Desde la serenidad de lo vivido y el nuevo rumbo que deseamos tomar, ir dando pequeños pasos, alegrándonos por lo que vamos consiguiendo.  Siendo conscientes de que quizás vengan a visitarnos fantasmas del pasado de lo que hicimos o no, y que nos pueden hacer dudar de las nuevas capacidades o deseos.
  • Nosotros ya no somos los mismos que fuimos ayer, y seguro contamos con otras herramientas y recursos, y personas que nos van a arropar si decaemos o dudamos.  ¡Pidamos ayuda! ¡Rodeémonos de personas que nos sostengan y nos acompañen!
  • Los errores no existen.   Las dificultades del camino, las caídas son oportunidades de aprendizaje, de crecimiento y de nuevos recursos para incorporar a nuestras personas y vida.

Y tú: ¿te permites segundas oportunidades?, ¿En qué ámbito de tu vida? Si resuena contigo que te acompañe en el proceso de permitírtelo, de soltar y mirarte con una nueva mirada más compasiva y amorosa y dejarte «fluir», puedes contactar conmigo y empezar este camino.

Gracias por estar ahí. ¡Un abrazo amoroso! 🙂